“A medida
que sobre estas tierras se realizaba el mandato de Cristo, a medida que con la
gracia del bautismo se multiplicaban por doquier los hijos de la adopción
divina, aparece también la Madre.
En efecto, a ti, María, el Hijo de Dios y a
la vez Hijo tuyo, desde lo alto de la cruz indicó a un hombre y dijo: ‘He ahí a
tu hijo’.
Y en aquel hombre te ha confiado a cada hombre, te ha confiado a
todos.
Y tú abrazas a todos, te acercas a todos, buscas maternalmente a todos.
Perseveras de manera admirable en el misterio de Cristo, tu Hijo Unigénito,
porque estás siempre dondequiera están los hombres sus hermanos, dondequiera
está la Iglesia” (Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe, 27/01/1979).
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