La autosuficiencia lleva a la
cerrazón del corazón.
Quien siente que no necesita de nada ni de nadie, ni
siquiera necesita de Dios; así corre más riesgo de no comprender las
necesidades de los otros que se ponen en las manos divinas.
Este ostracismo
nunca puede generar vida, y crea ese abismo donde ya no hay comunicación
posible.
Con este lenguaje tan rico en imágenes, la parábola sirve para
prevenirnos para que nuestra vida no se cierre en sí misma.
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