“Y en verdad que es llena de gracia, porque a
los demás se distribuye con medida, pero en María se derramó al mismo tiempo
toda la plenitud de la gracia.
Verdaderamente es llena de gracia aquella por la
cual toda criatura fue inundada con la lluvia abundante del Espíritu Santo.
Ya
estaba con la Virgen quien le enviaba su ángel y el Señor se anticipó a su
enviado. No pudo ser contenido en un lugar, Aquel que está en todas partes; de
donde sigue: ‘El Señor es contigo’” (San Jerónimo, en Catena Aurea, comentario
a Lc 1, 28-29).
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