¿Cuántos
hombres y mujeres han sido despreciados, maltratados, marginados, por defender
la vida, por el amor a los hermanos y por la Palabra de Dios?
Cuando el
evangelio nos dice que nadie es profeta en su tierra, no habla de un localismo
ni de una región.
Esta tierra, este mundo, estos hombres, muchas veces desprecian
a quienes tienen una palabra de luz en medio de la oscuridad.
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