Jesús
conocía perfectamente las prácticas del ayuno de sus contemporáneos. Y también
conocía la falsedad que podía haber en esas privaciones, tal como lo denunció
el profeta Isaías.
Jesús, entonces, señala algo más importante que esta
práctica piadosa: su presencia en medio de nuestra comunidad, que es lo que
realiza el encuentro con Dios.
Ayunando o no ayunando, lo que nuestra vida
cristiana debe testimoniar es que Jesús está en medio de nosotros.
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