EN FAMILIA...
Reflexión
inspirada en el evangelio según san Mateo 2,13-15.19-23
Cogió al
niño y a su madre, y volvió a Israel.
Las fiestas de Navidad han tenido entre
nosotros un carácter entrañable diferente al de otras fiestas que se suceden a
lo largo del año. Estos días navideños se caracterizan todavía hoy por un clima
más familiar y hogareño. Para muchos siguen siendo una fiesta de reunión y
encuentro familiar. Ocasión para reunirse todos alrededor de una mesa a
compartir con gozo el calor del hogar.
Estos días parecen reforzarse los lazos
familiares. Se diría que es más fácil la reconciliación y el acercamiento entre
familiares enfrentados o distantes. Por otra parte, se recuerda más que nunca
la ausencia de los seres queridos muertos o alejados del hogar.
Sin embargo, es fácil observar que el clima
hogareño de estas fiestas se va deteriorando cada año más. La fiesta se desplaza
fuera del hogar. Los hijos corren a las salas de fiestas. Las familias se
trasladan al restaurante. Se nos invita ya a «celebrar estas fiestas en el casino».
Probablemente son muchos los factores de
diverso orden que explican este cambio social. Pero hay algo que, en cualquier
caso, no hemos de olvidar. Es difícil el encuentro familiar cuando a lo largo
del año no se vive en familia. Incluso, se hace insoportable cuando no existe
un verdadero diálogo entre padres e hijos o cuando el amor de los esposos se va
enfriando.
Todo ello facilita cada vez más la
celebración de estas fiestas fuera del hogar. Es más fácil la reunión ruidosa
de esas cenas superficiales y vacías de un restaurante. El clima que ahí se
crea no obliga a vivir la Navidad con la hondura humana y cristiana que el
marco del hogar parecía exigir. De ahí que estas fiestas navideñas que, durante
tantos años, han reavivado el calor entrañable del hogar, sean quizás hoy en
muchos hogares uno de los momentos más reveladores del deterioro de la vida
familiar.
Pero la actitud del creyente no puede ser
de desaliento. El nacimiento del Señor nos invita a renacer y trabajar por el
nacimiento de un hombre nuevo, una familia nueva, una sociedad diferente.
Estamos pasando de una familia más numerosa, tradicional, autoritaria y
estable, a una familia más reducida, libre, inestable y conflictiva, pero el
hombre siempre necesitará un hogar en donde pueda crecer como persona. El mismo
Hijo de Dios nació y creció en el seno de una familia.
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