CON ALEGRÍA
Reflexión inspirada en el evangelio según san Lucas 1,26-38
“Alégrate... No tengas
miedo.”
El evangelista Lucas temía que sus
lectores leyeran su escrito de cualquier manera. Lo que les quería anunciar no
era una noticia más, como tantas otras que se corrían por el imperio. Debían
preparar su corazón: despertar la alegría, desterrar miedos y creer que Dios
estaba cerca, dispuesto a transformar su vida.
Con un arte difícil de igualar, recreó
una escena evocando el mensaje que María escuchó en lo íntimo de su corazón
para acoger el nacimiento de su hijo Jesús. Todos podrían unirse a ella para
acoger al Salvador.
¿Es posible hoy prepararse para recibir
a Dios?
«Alégrate». Es la primera palabra que
escucha el que se prepara para vivir una experiencia buena. Hoy no sabemos
esperar. Somos como niños impacientes que lo quieren todo enseguida. Vivimos
llenos de cosas. No sabemos estar atentos para conocer nuestros deseos más
profundos. Sencillamente, se nos ha olvidado esperar a Dios y ya no sabemos
cómo encontrar la alegría.
Nos estamos perdiendo lo mejor de la
vida. Nos contentamos con la satisfacción, el placer y la diversión que nos
proporciona el bienestar. En el fondo, sabemos que es un error, pero no nos
atrevemos a creer que Dios, acogido con fe sencilla, nos puede descubrir otros
caminos hacia la alegría.
«No tengas miedo». La alegría es
imposible cuando se vive lleno de miedos que nos amenazan por dentro y desde
fuera. ¿Cómo pensar, sentir y actuar de manera positiva y esperanzadora?, ¿cómo
olvidar nuestra impotencia y nuestra cobardía para enfrentarnos al mal?
Se nos ha olvidado que cuidar nuestra
vida interior es más importante que todo lo que nos viene desde fuera. Si
estamos vacíos por dentro, somos vulnerables a todo. Se va diluyendo nuestra
confianza en Dios y no sabemos cómo defendernos de lo que nos hace daño.
«El Señor está contigo». Dios es una
fuerza creadora que es buena y nos quiere bien. No vivimos solos, perdidos en
el cosmos. La humanidad no está abandonada. ¿De dónde sacar verdadera esperanza
si no es del misterio último de la vida? Todo cambia cuando el ser humano se
siente acompañado por Dios.
Necesitamos celebrar el «corazón» de la
Navidad, no su corteza. Necesitamos hacer más sitio a Dios en nuestra vida. Nos
irá mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario