domingo, 17 de diciembre de 2017

DOMINGO 3º DE ADVIENTO


¿TEMOR O ALEGRÍA?


Reflexión inspirada en el evangelio según san Marcos 1, 14-20

… a proclamar el Evangelio de Dios.

Hoy el término «evangelio» hace pensar espontáneamente en uno de los cuatro libros que recogen el mensaje y la actuación de Jesús. No era así para las primeras generaciones cristianas que conocían bien el significado de esta palabra griega: «buena noticia». En el Nuevo Testamento se emplean expresiones como «el evangelio de Dios» (Pablo), «el evangelio de Jesucristo» (Marcos) o «el evangelio del Reino» (Mateo) para decir que el Dios del que habla Jesús es una «buena noticia», algo «nuevo y bueno» para el ser humano.

Conozco a no pocas personas para las que Dios no es algo bueno. Su religión se ha alimentado durante muchos años del miedo a Dios. Oyen hablar de su misericordia infinita, pero no pueden substraerse a un temor grande a la justicia divina. Tienen miedo a encontrarse con Dios después de la muerte. No se atreven a confiar en su misericordia frenados, tal vez, por la imagen de Dios que ha quedado en su conciencia.

Por eso, puede ser importante dar a conocer el mensaje central de Teresa de Lisieux, declarada «doctora de la Iglesia» por Juan Pablo II. Sorprende y conmueve la audacia de su confianza en la misericordia infinita de Dios. «A través de ella —dice la santa— contemplo y adoro las demás perfecciones divinas.., entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás ésta más aún que las demás) me parece revestida de amor.»

Para Teresa de Lisieux, la «justicia de Dios» no tiene nada que ver con los tribunales humanos. Es la justicia de alguien que es amor y misericordia infinita. Por eso, la justicia de Dios que a tantos espanta, constituye para ella motivo de alegría y de confianza. Escuchemos sus palabras: «Yo sé que hay que estar muy puros para comparecer ante el Dios de toda santidad, pero sé también que el Señor es infinitamente justo. Y esta justicia, que asusta a tantas almas, es precisamente lo que constituye el motivo de mi alegría y de mi confianza... Precisamente porque es justo, es compasivo y misericordioso.., se acuerda de que somos barro.»

Teresa se alegra al pensar en la justicia de Dios: «Qué alegría pensar que Dios es justo!, es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades... Siendo así, ¿de qué voy a tener miedo? El Dios infinitamente justo, que se dignó perdonar con tanta bondad todas las culpas del hijo pródigo, ¿no va a ser justo también conmigo?»


Según el célebre escritor francés G. Bernanos, la invitación de la santa de Lisieux a confiar totalmente en la misericordia de Dios no es una receta más de «confitería devota», sino «uno de los mensajes más misteriosos y urgentes que jamás haya recibido el mundo». El mensaje del mismo Jesús olvidado muchas veces por los suyos. 

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