Reflexión
inspirada en el evangelio según san Lucas 21,5-19
En los evangelios se recogen
algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es fácil diferenciar el
mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las preocupaciones de las primeras
comunidades cristianas, envueltas en situaciones trágicas mientras esperan con
angustia y en medio de persecuciones el final de los tiempos.
Según el relato de Lucas, los
tiempos difíciles no han de ser tiempos de lamentos y desaliento. No es tampoco
la hora de la resignación o la huida. La idea de Jesús es otra. Precisamente en
tiempos de crisis “tendréis ocasión de dar testimonio”. Es entonces cuando se
nos ofrece la mejor ocasión de dar testimonio de nuestra adhesión a Jesús y a
su proyecto.
Los profundos cambios
socioculturales que se están produciendo en nuestros días y la crisis religiosa
que sacude las raíces del cristianismo en occidente, nos han de urgir más que
nunca a buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos para leer y vivir
estos tiempos de manera lúcida y responsable.
Llamada al realismo. En ningún
momento augura Jesús a sus seguidores un camino fácil de éxito y gloria. Al
contrario, les da a entender que su larga historia estará llena de dificultades
y luchas. Es contrario al espíritu de Jesús cultivar el triunfalismo o
alimentar la nostalgia de grandezas. Este camino que a nosotros nos parece
extrañamente duro es el más acorde a una Iglesia fiel a su Señor.
No a la ingenuidad. En momentos de
crisis, desconcierto y confusión no es extraño que se escuchen mensajes y
revelaciones proponiendo caminos nuevos de salvación. Éstas son las consignas
de Jesús. En primer lugar, «que nadie os engañe»: no caer en la ingenuidad de
dar crédito a mensajes ajenos al evangelio, ni fuera ni dentro de la Iglesia.
Por tanto, «no vayan tras ellos»: No seguir a quienes nos separan de
Jesucristo, único fundamento y origen de nuestra fe.
Centrarnos en lo esencial. Cada
generación cristiana tiene sus propios problemas, dificultades y búsquedas. No
hemos de perder la calma, sino asumir nuestra propia responsabilidad. No se nos
pide nada que esté por encima de nuestras fuerzas. Contamos con la ayuda del
mismo Jesús: «Yo os daré palabras y sabiduría»… Incluso en un ambiente hostil
de rechazo o desafecto, podemos practicar el evangelio y vivir con sensatez
cristiana.
La hora del testimonio. Los tiempos
difíciles no han de ser tiempos para los lamentos, la nostalgia o el
desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o la dimisión. La
idea de Jesús es otra: en tiempos difíciles «tendréis ocasión de dar
testimonio». Es ahora precisamente cuando hemos de reavivar entre nosotros la
llamada a ser testigos humildes pero convincentes de Jesús, de su mensaje y de
su proyecto.
Paciencia. Ésta es la exhortación
de Jesús para momentos duros: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras
almas». El término original puede ser traducido indistintamente como
"paciencia" o "perseverancia". Entre los cristianos
hablamos poco de la paciencia, pero la necesitamos más que nunca. Es el momento
de cultivar un estilo de vida cristiana, paciente y tenaz, que nos ayude a
responder a nuevas situaciones y retos sin perder la paz ni la lucidez.
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