Reflexión inspirada en el Evangelio según san Lucas, 19 1-10
Jesús alerta con frecuencia sobre
el riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El
deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una
persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina
encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, “donde esté vuestro
tesoro, allí estará vuestro corazón.
Esta visión del peligro
deshumanizador del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea.
Diferentes estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a
pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la
caducidad de nuestra existencia.
Sin embargo, para Jesús, la
atracción del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible
liberarse de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es “un caso
perdido”. Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús
con un hombre rico de Jericó.
Al atravesar la ciudad, Jesús se
encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una
higuera para poder verlo de cerca. No es desconocido. Se trata de un rico,
poderoso “jefe de recaudadores”. Para la gente de Jericó, un ser despreciable,
un recaudador corrupto y sin escrúpulos como casi todos. Para los sectores
religiosos, “un pecador” sin conversión posible, excluido de toda salvación.
Sin embargo, Jesús le hace una
propuesta sorprendente: “Zaqueo, baja en seguida porque tengo que alojarme en
tu casa”. Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de dinero
y de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó en seguida y lo
recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al Defensor de
los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en
aquella casa. Sólo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al
rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres:
compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha
abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida
justicia y amor solidario.
El relato concluye con unas
palabras admirables de Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa.
También este es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y
salvar lo que estaba perdido”. También los ricos se pueden convertir. Con Jesús
todo es posible. No lo hemos de olvidar nadie. El ha venido para buscar y
salvar lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos
perdidos.
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