domingo, 4 de noviembre de 2018

EL AMOR SE APRENDE




Reflexión inspirada en el Evangelio según San Marcos 12, 28b-34

“Amarás a tu prójimo.”

Casi nadie piensa que el amor es algo que hay que ir aprendiendo poco a poco a lo largo de la vida. La mayoría da por supuesto que el ser humano sabe amar espontáneamente.

Por eso se pueden detectar tantos errores y tanta ambigüedad en ese mundo misterioso y atractivo del amor.

Hay quienes piensan que el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar. Por eso se pasan la vida esforzándose por lograr que se los ame.

Para estas personas lo importante es ser atractivo, resultar agradable, tener una conversación interesante, hacerse querer. En general, terminan siendo bastante desdichados.

Otros están convencidos de que amar es algo sencillo y que lo difícil es encontrar personas agradables y apropiadas a las que se les pueda querer. Estos sólo se acercan a quien les cae simpático. En cuanto no encuentran la respuesta apetecida, su «amor» se desvanece.

Hay quienes confunden el amor con el deseo. Todo lo reducen a encontrar a alguien que satisfaga su deseo de compañía, afecto o placer. Cuando dicen “te quiero”, en realidad están diciendo “te deseo”, “me apetece”.

Cuando Jesús habla del amor a Dios y al prójimo como lo más importante y decisivo de la vida, está pensando en otra cosa.

Para Jesús, el amor es la fuerza que mueve y hace crecer la vida pues nos puede liberar de la soledad y la separación para hacernos entrar en la comunión con Dios y con los otros.

Pero, concretamente, ese “amar al prójimo como a uno mismo” requiere un verdadero aprendizaje, siempre posible para quien tiene a Jesús como Maestro.

La primera tarea es aprender a escuchar al otro. Tratar de comprender lo que ocurre en su intimidad. Sin esa escucha sincera de sus sufrimientos, necesidades y aspiraciones no es posible el verdadero amor.

Lo segundo es aprender a dar. No hay amor allí donde no hay entrega generosa, donación desinteresada, regalo. El amor es todo lo contrario a acaparar, apropiarse del otro, utilizarlo, aprovecharse de él.

Por último, amar exige aprender a perdonar. Aceptar al otro con sus debilidades y su mediocridad. No retirar rápidamente la amistad o el amor. Ofrecer una y otra vez la posibilidad del reencuentro. Devolver bien por mal.



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