domingo, 15 de abril de 2018

ELOGIO DE LA RISA



Reflexión inspirada en el evangelio según san Lucas 24, 35-48

… no acababan de creer por la alegría.

Reír es propio de los seres humanos. Ninguna otra criatura se ríe. La risa es la manifestación más expresiva de la alegría interior. Algo que le nace de modo natural a quien vive disfrutando de la vida. Junto con la sonrisa, puede manifestar el gozo y la jovialidad de quien vive en paz consigo mismo, con los demás y con Dios.

La risa ha estado, sin embargo, muchas veces bajo sospecha entre los cristianos. Reír era considerado, en algunas tradiciones ascéticas, poco digno de la seriedad y gravedad que ha de caracterizar a quien se relaciona con Dios (¡). Una manifestación excesivamente mundana, más propia de personas de vida relajada que de cristianos de fe madura. Sin embargo, siempre han quedado los exegetas sorprendidos de la frecuencia con que la Biblia alude a la alegría en todos sus matices de gozo, paz interior, exultación o júbilo.

Naturalmente hay muchos tipos de risa. Todos conocemos la risa irónica y burlona que pone al otro en ridículo, la risa sarcástica que hace daño, o la vengativa que hiere y destruye. La risa sana es diferente. Nace de la alegría interior, relaja las tensiones y favorece la libertad. Es risa benevolente que aproxima a las personas, crea confianza y ayuda a vivir. Según S. Freud, el humor es un «elemento liberador».

Hay también una risa propia del creyente. Nace como respuesta gozosa al amor de Dios. Brota de la confianza total y expresa compasión y cariño hacia toda criatura. P. Berger la llama «risa redentora» (La risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana. Kairos, Barcelona 1999). Esta risa hace la vida más saludable y llevadera. Es una victoria sobre el malhumor, la impaciencia o el desaliento. No se ríen los fanáticos, los intolerantes o amargados. Se ríen los que se enfrentan a la vida de manera sana y liberada.

Pascua ha sido desde antiguo un tiempo de gozo intenso. Tertuliano lo llamaba «laetissimum spatium», un espacio de tiempo lleno de inmensa alegría. Dos palabras resumen el clima que el Resucitado crea con su presencia: gozo y paz. En el evangelio de Lucas se llega a decir que los discípulos «no acaban de creer por la alegría». Una de dos: o el cristianismo es demasiado grande y hermoso para ser creído o hemos de escuchar la invitación paulina: «Estén siempre alegres en el Señor. Se lo repito: estén alegres. El Señor está cerca» (Flp 4, 4-5).


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