domingo, 9 de julio de 2017

DOMINGO 14º DEL TIEMPO ORDINARIO


NO BASTA
Reflexión inspirada en el evangelio según san Mateo 11, 25-30

Yo os aliviaré.

Hay cansancios típicos en la sociedad actual que no se curan con las vacaciones. No desaparecen por el mero hecho de irnos a descansar unos días. La razón es sencilla. Las vacaciones pueden ayudar a rehacemos un poco, pero no pueden darnos el descanso interior, la paz del corazón y la tranquilidad de espíritu que necesitamos.

Hay un primer cansancio que proviene de un activismo agotador. No respetamos los ritmos naturales de la vida. Hacemos cada vez más cosas en menos tiempo. De un día queremos sacar dos. Vivimos acelerados, en desgaste permanente, deshaciéndonos cada día un poco más. Ya llegarán las vacaciones para «cargar pilas».

Es un error. Las vacaciones no sirven para resolver este cansancio. No basta «desconectar» de todo. A la vuelta de vacaciones todo seguirá igual. Lo que necesitamos es no acelerar más nuestra vida, imponernos un ritmo más humano, dejar de hacer algunas cosas, vivir más despacio y de manera más descansada.

Hay otro tipo de cansancio que nace de la saturación. Vivimos un exceso de actividades, relaciones, citas, encuentros, comidas. Por otra parte, el contestador automático, el móvil, el ordenador, el correo electrónico facilitan nuestro trabajo, pero introducen en nuestra vida una saturación. Estamos en todas partes, siempre localizables, siempre «conectados». Ya llegarán las vacaciones para «desaparecer» y «perdernos».

Es un error. Lo que necesitamos es aprender a «ordenar» nuestra vida: elegir lo importante, relativizar lo accidental, dedicar más tiempo a lo que nos da paz interior y sosiego.


Hay también un cansancio difuso, difícil de precisar. Vivimos cansados de nosotros mismos, hartos de nuestra mediocridad, sin encontrar lo que desde el fondo anhela nuestro corazón. ¿Cómo nos van a curar unas vacaciones? No es superfluo escuchar las palabras de Jesús: «Venid aquí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré». Hay una paz y un descanso que sólo se puede encontrar en el misterio de Dios acogido en Jesús.

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