HACERNOS
MÁS CRISTIANOS
“Vengan y verán.”
¿Esto que vivo
yo es fe?, ¿cómo se hace uno más creyente?, ¿qué pasos hay que dar? Son
preguntas que escucho con frecuencia a personas que desean hacer un recorrido
interior hacia Jesucristo pero no saben qué camino seguir. Cada uno ha de
escuchar su propia llamada, pero a todos nos puede hacer bien recordar cosas
esenciales.
Creer en
Jesucristo no es tener una opinión sobre él. Me han hablado muchas veces de él;
tal vez, he leído algo sobre su vida; me atrae su personalidad; tengo una idea
de su mensaje. No basta. Si quiero vivir una nueva experiencia de lo que es
creer en Cristo, tengo que movilizar todo mi mundo interior.
Es muy
importante no pensar en Cristo como alguien ausente y lejano. No quedarnos en
«el Niño de Belén», el «Maestro de Galilea» o «el Crucificado del Calvario». No
reducirlo tampoco a una idea o un concepto. Cristo es una «presencia viva»,
alguien que está en mi vida y con quien puedo comunicarme en la experiencia de
cada día.
No pretendas
imitarle rápidamente. Antes, es mejor penetrar en una comprensión más íntima de
su persona. Dejarnos seducir por su misterio. Captar el espíritu que le hace
vivir de una manera tan humana. Intuir la fuerza de su amor al ser humano, su
pasión por la vida, su ternura hacia el débil, su confianza total en la
salvación de Dios.
Un paso decisivo
puede ser leer los evangelios para buscar personalmente la verdad de Jesús. No
hace falta saber mucho para entender su mensaje. No es necesario dominar las
técnicas más modernas de interpretación. Lo decisivo es ir al fondo de esa vida
desde mi propia experiencia. Guardar sus palabras dentro del corazón. Alimentar
el gusto de la vida con su fuego.
Leer el
Evangelio no es exactamente encontrar «recetas» para vivir. Es otra cosa. Es
experimentar que, viviendo como él, se puede vivir de manera diferente, con
libertad y alegría interior. Los primeros cristianos vivían con esta idea: ser
cristiano es «sentir como sentía él» (Flp 2, 5); «revestirse de Cristo» (Ga 3,
27), reproducir en nosotros su vida. Esto es lo esencial. Por eso, cuando dos
discípulos preguntan a Jesús: «Maestro, ¿dónde vives?, ¿qué es para ti vivir?»,
él les responde: «Vengan y lo verán».
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