domingo, 13 de noviembre de 2016

CON PERSEVERANCIA



Reflexión inspirada en el evangelio según san Lucas 21,5-19
“Con vuestra perseverancia...”

¿Desaparecerá un día lo que los hombres van construyendo con tanto esfuerzo, sudor y luchas? Los científicos no tienen la menor duda: la especie humana, el planeta Tierra, el sistema solar y las galaxias no existirán para siempre. Se discute si será por exceso de calor o de frío, pero un día todo terminará. La lejanía de este final no impide que nazcan en nosotros preguntas nada frívolas. Si esto es realmente así, ¿qué será de nuestra vida?, ¿cuál es el destino de la Humanidad?, ¿qué decir de ese Dios al que buscan e invocan las diferentes religiones?

Mientras tanto, en las sociedades modernas de Occidente, asentadas en el bienestar, no se quiere pensar en final alguno. Se vive por lo general desde una sensación de seguridad inamovible. A pesar de todos los conflictos y tragedias, el mundo siempre irá mejorando. No es imaginable la destrucción, sólo el progreso. Hablar del «fin del mundo» es cosa de pesimistas impenitentes o de visionarios apocalípticos.

Basta, sin embargo, un atentado terrorista como el del 11 de septiembre para que el mundo entero enmudezca y todo se tambalee. Ni el poder de los poderosos es tan poderoso ni la seguridad del progreso es tan indiscutible. De pronto parece que se nos desvela un poco más la inconsistencia del ser humano, su incapacidad para construir un mundo más digno y su impotencia para salvarse a sí mismo.

Se dice que «algo nuevo» ha comenzado. No parece que sea para mejor. Seguimos esclavos del viejo y perverso mecanismo de la «acción y reacción». Se justifica una vez más la guerra que mata a nuevos inocentes y no se piensa en dar un nuevo rumbo a la política mundial. De nuevo habrá victoria de los ganadores, pero no habrá ni más paz ni más justicia en el mundo. En las sociedades del bienestar «todo volverá a ir bien», pero en el mundo cincuenta millones de personas seguirán muriendo de hambre.


Las palabras de Jesús recogidas en lo que se llama «el apocalipsis sinóptico» son de un realismo sorprendente: la historia estará tejida de guerras, odios, hambres y muertes, y después llegará un día el Fin. Sin embargo, su mensaje es de una confianza increíble: hay que seguir buscando el reino de Dios y su justicia, hay que trabajar por un «hombre nuevo», hay que seguir creyendo en el amor. “Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.




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