Reflexión
inspirada en el evangelio según san Lucas 9,51-62
Seguir a Jesús es el corazón de la vida
cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo. Precisamente por
eso, Lucas describe tres pequeñas escenas para que las comunidades que lean su
evangelio, tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús, nada puede haber más
urgente e inaplazable.
Jesús emplea imágenes duras y
escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más
seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas,
renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus
palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos
establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?
Primera escena. Uno de los que le
acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, él mismo
toma la iniciativa: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le hace tomar conciencia
de lo que está diciendo: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros nido»,
pero él «no tiene dónde reclinar su cabeza».
Seguir a Jesús es toda una aventura. Él
no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir
poder. Seguir a Jesús es "vivir en camino", sin instalarnos en el
bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una Iglesia menos
poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que nos puede
suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.
Segunda escena. Otro está dispuesto a
seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de «enterrar a
su padre». A ningún judío puede extrañar, pues se trata de una de las
obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es
desconcertante: «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a
anunciar el reino de Dios».
Abrir caminos al reino de Dios
trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de
retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los
"muertos", que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán
a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su
justicia.
Tercera escena. A un tercero que quiere
despedirse de su familia antes de seguirlo, Jesús le dice: «El que echa mano al
arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios». No es posible
seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de
Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide
dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras
los pasos de Jesús.
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