Reflexión
inspirada en el evangelio según san Juan 21,1-19
¿Me
amas?
Después de comer con los suyos a la
orilla del lago, Jesús inicia una conversación con Pedro. El diálogo ha sido
trabajado cuidadosamente, pues tiene como objetivo recordar algo de gran
importancia para la comunidad cristiana: entre los seguidores de Jesús sólo
está capacitado para ser guía y pastor quien se distingue por su amor a él.
No ha habido ocasión en que Pedro no
haya manifestado su adhesión absoluta a Jesús por encima de los demás. Sin
embargo, en el momento de la verdad es el primero en negarlo. ¿Qué hay de
verdad en su adhesión? ¿Puede ser guía y pastor de los seguidores de Jesús?
Antes de confiarle su «rebaño», Jesús le
hace la pregunta fundamental: ¿Me amas más que estos? No le pregunta: ¿Te
sientes con fuerzas? ¿Conoces bien mi doctrina? ¿Te ves capacitado para
gobernar a los míos? No. Es el amor a Jesús lo que capacita para animar,
orientar y alimentar a sus seguidores como lo hacía él.
Pedro le responde con humildad y sin
compararse con nadie: Tú sabes que te quiero. Pero Jesús le repite dos veces
más su pregunta de manera cada vez más incisiva: ¿Me amas? ¿Me quieres de
verdad? La inseguridad de Pedro va creciendo. Cada vez se atreve menos a
proclamar su adhesión. Al final se llena de tristeza. Ya no sabe qué responder:
Tú lo sabes todo.
A medida que Pedro va tomando conciencia
de la importancia del amor, Jesús le va confiando su rebaño para que cuide,
alimente y comunique vida a sus seguidores, empezando por los más pequeños y
necesitados: los corderos.
Con frecuencia se relaciona a jerarcas y
pastores sólo con la capacidad de gobernar con autoridad o de predicar con
garantía la verdad. Sin embargo, hay adhesiones a Cristo, firmes, seguras y
absolutas que, vacías de amor, no capacitan para cuidar y guiar a los
seguidores de Jesús.
Pocos factores son más decisivos para la
conversión de la Iglesia que la conversión de los jerarcas, obispos, sacerdotes
y dirigentes religiosos al amor a Jesús. Somos nosotros los primeros que hemos
de escuchar su pregunta: ¿Me amas más que éstos? ¿Amas a mis corderos y a mis
ovejas?
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