Reflexión de J. A. Pagola, inspirada
en el Evangelio según san Mateo 25, 31-46
Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive
volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de
largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y
desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo
primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sean compasivos como su Padre del cielo es compasivo».
¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar
del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y
decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos
va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados
de la historia?
Según el relato de Mateo, comparecen
ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las
naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano».
Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano
y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?
El evangelista no se detiene propiamente
a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que
arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver
que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos
compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.
El que habla es un Juez que está
identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudaron a uno
de estos mis pequeños hermanos, lo hicieron conmigo». Quienes se han acercado a
ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él
en el reino: «Vengan, benditos de mi Padre».
Luego se dirige a quienes han vivido sin
compasión: «Cada vez que no ayudaron a uno de estos pequeños, lo dejaron de
hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de
Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apártense de mí». Sigan su camino...
Nuestra vida se está jugando ahora
mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando
de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora
estamos decidiendo nuestra vida.
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