Invita a los pobres.
Reflexión inspirada en el evangelio
según san Lucas 14, 1. 7-14
Jesús está comiendo invitado por
uno de los principales fariseos de la región. Lucas nos indica que los fariseos
no dejan de espiarlo. Jesús, sin embargo, se siente libre para criticar a los
invitados que buscan los primeros puestos e, incluso, para sugerir al que lo ha
convidado a quiénes ha de invitar en adelante.
Es esta interpelación al anfitrión
la que nos deja desconcertados. Con palabras claras y sencillas, Jesús le
indica cómo ha de actuar: «No invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus
parientes ni a los vecinos ricos». Pero, ¿hay algo más legítimo y natural que
estrechar lazos con las personas que nos quieren bien? ¿No ha hecho Jesús lo
mismo con Lázaro, Marta y María, sus amigos de Betania?
Al mismo tiempo, Jesús le señala en
quiénes ha de pensar: «Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos». Los pobres
no tienen medios para corresponder a la invitación. De los lisiados, cojos y
ciegos, nada se puede esperar. Por eso, no los invita nadie. ¿No es esto algo
normal e inevitable?
Jesús no rechaza el amor familiar
ni las relaciones amistosas. Lo que no acepta es que ellas sean siempre las
relaciones prioritarias, privilegiadas y exclusivas. A los que entran en la
dinámica del reino de Dios buscando un mundo más humano y fraterno, Jesús les
recuerda que la acogida a los pobres y desamparados ha de ser anterior a las
relaciones interesadas y los convencionalismos sociales.
¿Es posible vivir de manera
desinteresada? ¿Se puede amar sin esperar nada a cambio? Estamos tan lejos del
Espíritu de Jesús que, a veces, hasta la amistad y el amor familiar están
mediatizados por el interés. No hemos de engañarnos. El camino de la gratuidad
es casi siempre duro y difícil. Es necesario aprender cosas como éstas: dar sin
esperar mucho, perdonar sin apenas exigir, ser más pacientes con las personas
poco agradables, ayudar pensando sólo en el bien del otro.
Siempre es posible recortar un poco
nuestros intereses, renunciar de vez en cuando a pequeñas ventajas, poner
alegría en la vida del que vive necesitado, regalar algo de nuestro tiempo sin
reservarlo siempre para nosotros, colaborar en pequeños servicios gratuitos.
Jesús se atreve a decir al fariseo
que lo ha invitado: «Dichoso tú si no pueden pagarte». Esta bienaventuranza ha
quedado tan olvidada que muchos cristianos no han oído hablar nunca de ella.
Sin embargo, contiene un mensaje muy querido para Jesús: "Dichosos los que
viven para los demás sin recibir recompensa. El Padre del cielo los
recompensará".
Textos, reflexión y estudio bíblico en este ENLACE.
Procesión de Jesús Nazareno - Punta Arenas 25 de agosto de 2013. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario