LA DECISIÓN MÁS IMPORTANTE
Reflexión inspirada en el evangelio según san Mateo 13, 44-52
El evangelio recoge dos breves parábolas
de Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un
tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos
reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se
hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren
el reino de Dios.
Al parecer, Jesús teme que la gente le
siga por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese
proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia
un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación
definitiva en Dios.
¿Qué podemos decir hoy después de veinte
siglos de cristianismo? ¿Por qué tantos cristianos buenos viven encerrados en
su práctica religiosa con la sensación de no haber descubierto en ella ningún
“tesoro”? ¿Dónde está la raíz última de esa falta de entusiasmo y alegría en no
pocos ámbitos de nuestra Iglesia, incapaz de atraer hacia el núcleo del
Evangelio a tantos hombres y mujeres que se van alejando de ella, sin renunciar
por eso a Dios ni a Jesús?
Después del Concilio, Pablo VI hizo esta
afirmación rotunda: ”Solo el reino de Dios es absoluto. Todo lo demás es
relativo”. Años más tarde, Juan Pablo II lo reafirmó diciendo: “La Iglesia no
es ella su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen,
signo e instrumento”. El Papa Francisco nos viene repitiendo: “El proyecto de
Jesús es instaurar el reino de Dios”.
Si ésta es la fe de la Iglesia, ¿por qué
hay cristianos que ni siquiera han oído hablar de ese proyecto que Jesús
llamaba “reino de Dios”? ¿Por qué no saben que la pasión que animó toda la vida
de Jesús, la razón de ser y el objetivo de toda su actuación, fue anunciar y
promover ese proyecto humanizador del Padre: buscar el reino de Dios y su
justicia?
La Iglesia no puede renovarse desde su
raíz si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los
cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más
humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el
verdadero núcleo del Evangelio.
El Papa Francisco nos está diciendo que
“el reino de Dios nos reclama”. Este grito nos llega desde el corazón mismo del
Evangelio. Lo hemos de escuchar. Seguramente, la decisión más importante que
hemos de tomar hoy en la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas es la de
recuperar el proyecto del reino de Dios con alegría y entusiasmo.
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