Reflexión
inspirada en el evangelio según san Mateo 5, 1-12a
Al formular las bienaventuranzas, Mateo,
a diferencia de Lucas, se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar
a los seguidores de Jesús. De ahí la importancia que tienen para nosotros en
estos tiempos en que la Iglesia ha de ir encontrando su propio estilo de vida
en medio de una sociedad secularizada.
No es posible proponer la Buena Noticia
de Jesús de cualquier forma. El Evangelio solo se difunde desde las actitudes pensadas
por Jesús. Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la
actuación de la Iglesia mientras peregrina hacia el Padre. Las hemos de
escuchar en actitud de conversión personal y comunitaria. Solo así hemos de
caminar hacia el futuro.
Dichosa la Iglesia «pobre de espíritu» y
de corazón sencillo, que actúa sin prepotencia ni arrogancia, sin riquezas ni
esplendor, sostenida por la autoridad humilde de Jesús. De ella es el reino de
Dios.
Dichosa la Iglesia que «llora» con los
que lloran y sufre al ser despojada de privilegios y poder, pues podrá
compartir mejor la suerte de los perdedores y también el destino de Jesús. Un
día será consolada por Dios.
Dichosa la Iglesia que renuncia a
imponerse por la fuerza, la coacción o el sometimiento, practicando siempre la
mansedumbre de su Maestro y Señor. Heredará un día la tierra prometida.
Dichosa la Iglesia que tiene «hambre y
sed de justicia» dentro de sí misma y para el mundo entero, pues buscará su
propia conversión y trabajará por una vida más justa y digna para todos,
empezando por los últimos. Su anhelo será saciado por Dios.
Dichosa la Iglesia compasiva que
renuncia al rigorismo y prefiere la misericordia antes que los sacrificios,
pues acogerá a los pecadores y no les ocultará la Buena Noticia de Jesús. Ella
alcanzará de Dios misericordia.
Dichosa la Iglesia de «corazón limpio» y
conducta transparente, que no encubre sus pecados ni promueve el secretismo o
la ambigüedad, pues caminará en la verdad de Jesús. Un día verá a Dios.
Dichosa la Iglesia que «trabaja por la
paz» y lucha contra las guerras, que aúna los corazones y siembra concordia,
pues contagiará la paz de Jesús que el mundo no puede dar. Ella será hija de
Dios.
Dichosa la Iglesia que sufre hostilidad
y persecución a causa de la justicia sin rehuir el martirio, pues sabrá llorar
con las víctimas y conocerá la cruz de Jesús. De ella es el reino de Dios.
La sociedad actual necesita conocer
comunidades cristianas marcadas por este espíritu de las bienaventuranzas. Solo
una Iglesia fiel al Evangelio tiene autoridad y credibilidad para mostrar el
rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.
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