"Escuchar sin oír ni entender"
Las parábolas de Jesús han
cautivado siempre a sus seguidores. Los evangelios han conservado cerca de
cuarenta. Seguramente, las que Jesús repitió más veces o las que con más fuerza
se grabaron en el corazón y el recuerdo de sus discípulos. ¿Cómo leer estas
parábolas? ¿Cómo captar su mensaje?
Mateo nos recuerda antes que nada
que las parábolas han sido «sembradas» en el mundo por Jesús. «Salió Jesús de
su casa» a enseñar su mensaje a la gente, y su primera parábola comienza
precisamente así: «Salió el sembrador a sembrar». El sembrador es Jesús. Sus
parábolas son una llamada a entender y vivir la vida tal como la entendía y
vivía él. Si no sintonizamos con Jesús, difícilmente entenderemos sus
parábolas.
Lo que Jesús siembra es «la palabra
del Reino». Así dice Mateo. Cada parábola es una invitación a pasar de un mundo
viejo, convencional y poco humano a un «país nuevo», lleno de vida, tal como lo
quiere Dios para sus hijos e hijas. Jesús lo llamaba «reino de Dios». Si no
seguimos a Jesús trabajando por un mundo más humano, ¿cómo vamos a entender sus
parábolas?
Jesús siembra su mensaje «en el
corazón», es decir, en el interior de las personas. Ahí se produce la verdadera
conversión. No basta predicar las parábolas. Si el «corazón» de la Iglesia y de
los cristianos no se abre a Jesús, nunca captaremos su fuerza transformadora.
Jesús no discrimina a nadie. Lo que
ocurre es que a los que son «discípulos» y caminan tras sus pasos Dios les da a
«conocer los secretos del Reino». A los demás no. Los discípulos tienen la
clave para captar las parábolas; su conocimiento del proyecto de Dios será cada
vez más profundo. Pero los que no dan el paso, y viven sin hacer la opción por
Jesús no entienden su mensaje, y lo poco que escuchan lo terminan perdiendo.
Nuestro problema es terminar
viviendo con el «corazón embotado». Entonces sucede algo inevitable. Tenemos
«oídos», pero no escuchamos ningún mensaje. Tenemos «ojos», pero no miramos a
Jesús. Nuestro corazón no entiende nada. ¿Cómo se siembra el evangelio en
nuestras comunidades cristianas? ¿Cómo despertamos entre nosotros la acogida al
Sembrador?
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