Reflexión inspirada en el Evangelio
según san Mateo 11, 25-30
Jesús no tuvo problemas con la
gente sencilla. El pueblo sintonizaba fácilmente con él.
Aquellas gentes humildes que vivían
trabajando sus tierras para sacar adelante una familia, acogían con gozo su
mensaje de un Dios Padre, preocupado de todos sus hijos, sobre todo, de los más
olvidados.
Los más desvalidos buscaban su bendición: junto a Jesús sentían a Dios más cercano.
Muchos enfermos, contagiados por su
fe en un Dios bueno, volvían a confiar en el Padre del cielo. Las mujeres
intuían que Dios tiene que amar a sus hijos e hijas como decía Jesús, con
entrañas de madre.
El pueblo sentía que Jesús, con su
forma de hablar de Dios, con su manera de ser y con su modo de reaccionar ante
los más pobres y necesitados, le estaba anunciando al Dios que ellos necesitaban.
En Jesús experimentaban la cercanía salvadora de Padre.
La actitud de los “entendidos” era
diferente. Lo que al pueblo sencillo le llena de alegría a ellos les indigna.
Los maestros de la ley no pueden
entender que Jesús se preocupe tanto del sufrimiento y tan poco del
cumplimiento del sábado. Los dirigentes religiosos de Jerusalén lo miran con
recelo: el Dios Padre del que habla Jesús no es una Buena Noticia, sino un
peligro para su religión.
Para Jesús, esta reacción tan
diferente ante su mensaje no es algo casual. Al Padre le parece lo mejor. Por
eso le da gracias delante de todos: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las
has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor».
También hoy el pueblo sencillo
capta mejor que nadie el Evangelio. No tienen problemas para sintonizar con
Jesús. A ellos se les revela el Padre mejor que a los “entendidos” en religión.
Cuando oyen hablar de Jesús, confían en él de manera casi espontánea.
Hoy, prácticamente, todo lo
importante se piensa y se decide en la Iglesia, sin el pueblo sencillo y lejos
de él. Sin embargo, difícilmente, se podrá hacer nada nuevo y bueno para el
cristianismo del futuro sin contar con él. Es el pueblo sencillo el que nos
arrastrará hacia una Iglesia más acorde con el evangelio, no los teólogos ni
los dirigentes religiosos.
Hemos de redescubrir el potencial
evangelizador que se encierra en el pueblo creyente.
Muchos cristianos sencillos
intuyen, desean y piden vivir su adhesión a Cristo de manera más fiel al evangelio,
dentro de una Iglesia renovada por el Espíritu de Jesús. Nos están reclamando
más evangelio y menos doctrina. Nos están pidiendo lo esencial, no
frivolidades.
Boletín dominical de la Diócesis de Punta Arenas - Chile.
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