“Yo soy el Pan vivo”.
Reflexión inspirada en el evangelio según san Juan 6, 51-58
Para celebrar la eucaristía
dominical no basta con seguir las normas prescritas o pronunciar las palabras
obligadas. No basta tampoco cantar, santiguarse o damos la paz en el momento
adecuado. Es muy fácil asistir a misa y no celebrar nada en el corazón; oír las
lecturas correspondientes y no escuchar la voz de Dios; comulgar piadosamente
sin comulgar con Cristo; damos la paz sin reconciliamos con nadie. ¿Cómo vivir
la misa del domingo como una experiencia que renueve y fortalezca nuestra fe?
Para empezar, es necesario escuchar
desde dentro con atención y alegría la Palabra de Dios y, en concreto, el
evangelio de Jesús. Durante la semana hemos visto la televisión, hemos
escuchado la radio y hemos leído la prensa. Vivimos aturdidos por toda clase de
mensajes, voces, ruidos, noticias, información y publicidad. Necesitamos
escuchar otra voz diferente que nos cure por dentro.
Es un respiro escuchar las palabras
directas y sencillas de Jesús. Traen verdad a nuestra vida. Nos liberan de
engaños, miedos y egoísmos que nos hacen daño. Nos enseñan a vivir con más
sencillez y dignidad, con más sentido y esperanza. Es una suerte hacer el
recorrido de la vida guiados cada domingo por la luz del evangelio.
La plegaria eucarística constituye
el momento central. No nos podemos distraer. «Levantamos el corazón» para dar
gracias a Dios. Es bueno, es justo y necesario agradecer a Dios por la vida,
por la creación entera, por el regalo que es Jesucristo. La vida no es sólo
trabajo, esfuerzo y agitación. Es también celebración, acción de gracias y
alabanza a Dios. Es un respiro reunirnos cada domingo para sentir la vida como
regalo y dar gracias al Creador.
La comunión con Cristo es decisiva.
Es el momento de acoger a Jesús en nuestra vida para experimentarlo en
nosotros, para identificamos con él y para dejamos trabajar, consolar y
fortalecer por su Espíritu.
Todo esto no lo vivimos encerrados
en nuestro pequeño mundo. Cantamos juntos el Padrenuestro sintiéndonos hermanos
de todos. Le pedimos que a nadie le falte el pan ni el perdón. Nos damos la paz
y la buscamos para todos.
Boletín dominical de la Diócesis de Punta Arenas - Chile
Boletín dominical de la Diócesis de Punta Arenas - Chile
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