Reflexión inspirada en el evangelio
según san Mateo 28, 16-20
La situación que se vive hoy en
nuestras comunidades cristianas no es nada fácil. En nuestro corazón de seguidores
de Jesús surgen no pocas preguntas: ¿Dónde reafirmar nuestra fe en estos
tiempos de crisis religiosa? ¿Qué es lo importante en estos momentos? ¿Qué
hemos de hacer en las comunidades de Jesús? ¿Hacia dónde hemos de orientar
nuestros esfuerzos?
Mateo concluye su relato del evangelio
con una escena de importancia excepcional. Jesús convoca por última vez a sus
discípulos para confiarles su misión. Son las últimas palabras que escucharán
de Jesús: las que han de orientar su tarea y sostener su fe a lo largo de los
siglos.
Siguiendo las indicaciones de las
mujeres, los discípulos se reúnen en Galilea. Allí había comenzado su amistad
con Jesús. Allí se habían comprometido a seguirlo colaborando en su proyecto
del reino de Dios. Ahora vienen sin saber con qué se pueden encontrar.
¿Volverán a verse con Jesús después de su ejecución?
El encuentro con el Resucitado no
es fácil. Al verlo llegar, los discípulos «se postran» ante él; reconocen en
Jesús algo nuevo; quieren creer, pero «algunos vacilan». El grupo se mueve
entre la confianza y la tristeza. Lo adoran pero no están libres de dudas e
inseguridad. Los cristianos de hoy los entendemos. A nosotros nos sucede lo
mismo.
Lo admirable es que Jesús no les
reprocha nada. Los conoce desde que los llamó a seguirlo. Su fe sigue siendo
pequeña, pero a pesar de sus dudas y vacilaciones, confía en ellos. Desde esa
fe pequeña y frágil anunciarán su mensaje en el mundo entero. Así sabrán acoger
y comprender a quienes a lo largo de los siglos vivirán una fe vacilante. Jesús
los sostendrá a todos.
La tarea fundamental que les confía
es clara: «hacer discípulos» suyos en todos los pueblos. No les manda
propiamente a exponer doctrina, sino a trabajar para que el mundo haya hombres
y mujeres que vivan como discípulos y discípulas de Jesús. Seguidores que
aprendan a vivir como él. Que lo acojan como Maestro y no dejen nunca de
aprender a ser libres, justos, solidarios, constructores de un mundo más
humano.
Mateo entiende la comunidad
cristiana como una "escuela de Jesús". Seremos muchos o pocos. Entre
nosotros habrá creyentes convencidos y creyentes vacilantes. Cada vez será más
difícil atender a todo como quisiéramos. Lo importante será que entre nosotros
se pueda aprender a vivir con el estilo de Jesús. El es nuestro único Maestro.
Los demás somos todos hermanos que nos ayudamos y animamos mutuamente a ser sus
discípulos.
Boletín dominical de la Diócesis de Punta Arenas - Chile
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