Reflexión inspirada en el evangelio según san Lucas 1,39-
María se puso en camino.
La visita de María a Isabel le permite
al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de
haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van
a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay
varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos
mujeres ocupan toda la escena.
María que ha llegado aprisa desde
Nazaret se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su
Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han
sido añadidos posteriormente a partir de advocaciones y títulos más alejados
del clima de los evangelios.
•
María, «la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del
Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que
nada, la Madre de nuestro Señor. Este es el punto de partida de toda su
grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son
inseparables. «Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a
Jesús, «fruto bendito de su vientre».
•
María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María
es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido
con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios;
ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en
práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.
•
María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que
ha acogido en su propio Hijo. Esa es su gran misión y su servicio. Según el
relato, María evangeliza no solo con sus gestos y palabras, sino porque allá a
donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial
del acto evangelizador.
•
María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que
brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de
Dios: «Alégrate… el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y
de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el
Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo
de una evangelización gozosa.
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