Reflexión
inspirada en el evangelio según san Mateo 18, 15-20
“Repréndelo
a solas”
Cansados por la experiencia diaria,
nacen a veces en nosotros preguntas inquietantes y sombrías. ¿Podemos ser los
hombres mucho mejores? ¿Podemos cambiar nuestra vida de manera decisiva?
¿Podemos transformar nuestras actitudes equivocadas y adoptar un comportamiento
nuevo? Con frecuencia, lo que vemos, lo que escuchamos, lo que respiramos en
torno a nosotros, no nos ayuda a ser mejores, no eleva nuestro espíritu ni nos
anima a ser más humanos.
Por otra parte, se diría que hemos
perdido capacidad para adentramos en nuestra propia conciencia, descubrir
nuestra debilidad y renovar nuestra existencia. No queremos interrogarnos a
nosotros mismos. El tradicional «examen de conciencia» que nos ayudaba a hacer
un poco de luz ha quedado arrinconado como algo ridículo y sin utilidad alguna.
No queremos inquietar nuestra tranquilidad. Preferimos seguir ahí, «sin
interioridad», sin abrimos a ninguna llamada, sin despertar responsabilidad
alguna. Indiferentes a todo lo que pueda interpelar nuestra vida, empeñados en
asegurar nuestra pequeña felicidad por los caminos egoístas de siempre.
¿Cómo despertar en nosotros la llamada
al cambio? ¿Cómo sacudimos de encima la pereza? ¿Cómo recuperar el deseo de
bondad, generosidad o nobleza?
Los creyentes deberíamos escuchar hoy
más que nunca la llamada de Jesús a corregimos y ayudamos mutuamente a ser
mejores. Jesús nos invita, sobre todo, a actuar con paciencia y sin
precipitación, acercándonos de manera personal y amistosa a quien está actuando
de manera equivocada. «Si tu hermano peca, repréndelo a solas, entre los dos.
Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano.»
Cuánto bien nos puede hacer a todos esa
crítica amistosa y leal, esa observación oportuna, ese apoyo sincero en el
momento en que nos habíamos desorientado. Todo hombre es capaz de salir de su
pecado y volver a la razón y a la bondad. Pero necesita con frecuencia
encontrarse con alguien que lo ame de verdad, le invite a interrogarse y le
contagie un deseo nuevo de verdad y generosidad.
Quizás lo que más cambia a muchas
personas no son las grandes ideas ni los pensamientos hermosos, sino el haberse
encontrado en la vida con alguien que ha sabido acercarse a ellas amistosamente
y las ha ayudado a renovarse.
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