¿QUÉ ES EL CRISTIANISMO?
Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Los cristianos de la primera y segunda
generación nunca pensaron que, con ellos, estaba naciendo una religión. De
hecho, no sabían con qué nombre designar a aquel movimiento que iba creciendo
de manera insospechada. Todavía vivían impactados por el recuerdo de Jesús al
que sentían vivo en medio de ellos.
Por eso, los grupos que se reunían en
ciudades como Corinto o Éfeso comenzaron a llamarse «iglesias», es decir,
comunidades que se van formando convocadas por una misma fe en Jesús. En otras
partes, al cristianismo lo llamaban «el camino». Un escrito redactado hacia el
año 67 y que se llama Carta a los hebreos dice que es un «camino nuevo y vivo»
para enfrentarse a la vida. El camino «inaugurado» por Jesús y que hay que
recorrer «con los ojos fijos en él».
No hay duda alguna. Para estos primeros
creyentes, el cristianismo no era propiamente una religión sino una forma nueva
de vivir. Lo primero para ellos no era vivir dentro de una institución
religiosa, sino aprender juntos a vivir como Jesús en medio de aquel vasto
imperio. Aquí estaba su fuerza. Esto era lo que podían ofrecer a todos.
En este clima se entienden bien las
palabras que el cuarto evangelio pone en boca de Jesús: «Yo soy el camino, la
verdad y la vida». Este es el punto de arranque del cristianismo. Cristiano es
un hombre o una mujer que en Jesús va descubriendo el camino más acertado para
vivir, la verdad más segura para orientarse, el secreto más esperanzador de la
vida.
Este camino es muy concreto. De poco sirve
sentirse conservador o declararse progresista. La opción que hemos de hacer es
otra. O nos organizamos la vida a nuestra manera o aprendemos a vivir desde
Jesús.
Hay que elegir. Indiferencia hacia los que
sufren o compasión bajo todas sus formas. Sólo bienestar para mí y los míos o
un mundo más humano para todos. Intolerancia y exclusión de quienes son
diferentes o actitud abierta y acogedora hacia todos. Olvido de Dios o
comunicación confiada en el Padre de todos. Fatalismo y resignación o esperanza
última para la creación entera.
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