Reflexión inspirada
en el evangelio según san Juan 6,41-51
El evangelista Juan repite una y otra
vez expresiones e imágenes de gran fuerza para grabar bien en las comunidades
cristianas que han de acercarse a Jesús para descubrir en él una fuente de vida
nueva. Un principio vital que no es comparable con nada que hayan podido
conocer con anterioridad.
Jesús es «pan bajado del cielo ». No ha de ser confundido
con cualquier fuente de vida.
En Jesucristo podemos alimentarnos de
una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital... que vienen del misterio
mismo de Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el pan de la vida ».
Por eso, precisamente, no es posible
encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de nosotros
mismos, abrirnos a Dios y «escuchar lo que nos dice el Padre ». Nadie puede
sentir verdadera atracción por Jesús, «si no lo atrae el Padre que lo ha
enviado».
Lo más atractivo de Jesús es su
capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y sabe entrar en contacto con
él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una vida que, de alguna
manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan se atreve a decir que «el que coma
de este pan, vivirá para siempre».
Si, en nuestras comunidades cristianas,
no nos alimentamos del contacto con Jesús, seguiremos ignorando lo más esencial
y decisivo del cristianismo. Por eso, nada hay pastoralmente más urgente que
cuidar bien nuestra relación con Jesús el Cristo.
Si, en la Iglesia, no nos sentimos
atraídos por ese Dios encarnado en un hombre tan humano, cercano y cordial,
nadie nos sacará del estado de mediocridad en que vivimos sumidos de ordinario.
Nadie nos estimulará para ir más lejos que lo establecido por nuestras
instituciones. Nadie nos alentará para ir más adelante de lo que nos marcan
nuestras tradiciones.
Si Jesús no nos alimenta con su Espíritu
de creatividad, seguiremos atrapados en el pasado, viviendo nuestra religión desde formas,
concepciones y sensibilidades nacidas y desarrolladas en otras épocas y para
otros tiempos que no son los nuestros. Pero, entonces, Jesús no podrá contar
con nuestra cooperación para engendrar y alimentar la fe en el corazón de los
hombres y mujeres de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario