Quien pide, recibe.
Reflexión inspirada en el evangelio
según san Lucas 11, 1-13
En las primeras comunidades
cristianas se recordaban unas palabras de Jesús dirigidas a sus seguidores en
las que les indica en qué actitud han de vivir: «Les digo a ustedes: Pidan y se
les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide,
recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre».
No se dice qué pedir, qué buscar ni
adónde llamar. Lo importante es la actitud de vivir pidiendo, buscando y
llamando. Como un poco más tarde, Lucas dice que el Padre «dará su Espíritu
Santo a los que se lo piden», parece que lo primero que hay que pedir, buscar y
llamar es el Espíritu Santo de Dios.
«Pidan y se les dará». En la
Iglesia se planifica, se organiza y se trabaja buscando eficacia y rendimiento.
Pero, con frecuencia, sólo contamos con nuestro esfuerzo. No hay sitio para el
Espíritu. Ni lo pedimos ni lo recibimos.
Pedimos vocaciones sacerdotales y
religiosas pensando que es lo que más necesitamos para que la Iglesia siga
funcionando, pero no pedimos vocaciones de profetas, llenos del Espíritu de
Dios, que promuevan la conversión al evangelio.
«Busquen y hallarán». Con
frecuencia, no sabemos buscar más allá de nuestro pasado. Nos da miedo abrir
nuevos caminos. No nos atrevemos a dar por terminado lo que ya no genera vida y
ahogamos nuestra creatividad para iniciar algo realmente nuevo y bueno.
Sin buscadores es difícil que la
Iglesia encuentre caminos para evangelizar el mundo de hoy. Mientras tanto, los
jóvenes tienen derecho a saber si en la Iglesia nos preocupamos de su futuro y
del mundo nuevo en el que van a tener que vivir.
«Llamen y se les abrirá». Si nadie
llama al Espíritu, no se nos abrirán nuevas puertas. Defenderemos el presente
con todas nuestras fuerzas. Tendremos miedo a los cambios pues si este presente
se nos viene abajo, no hay nada más. Nos falta fe en el Espíritu creador de
nueva vida.
Construiremos una Iglesia segura,
defendida de peligros y amenazas, pero será una Iglesia sin alegría y sin aire,
porque nos faltará el Espíritu Santo de Dios.