SIN MIEDO
Reflexión inspirada en el evangelio según san Mateo 10,26-33
El recuerdo de la
ejecución de Jesús estaba todavía muy reciente. Por las comunidades cristianas
circulaban diversas versiones de su Pasión. Todos sabían que era peligroso
seguir a alguien que había terminado tan mal. Se recordaba una frase de Jesús:
«El discípulo no está por encima de su maestro». Si a él le han llamado
Belcebú, ¿qué no dirán de sus seguidores?
Jesús no quería que sus
discípulos se hicieran falsas ilusiones. Nadie puede pretender seguirle de
verdad, sin compartir de alguna manera su suerte. En algún momento, alguien lo
rechazará, maltratará, insultará o condenará. ¿Qué hay que hacer?
La respuesta le sale a
Jesús desde dentro: «No les tengáis miedo». El miedo es malo. No ha de paralizar
nunca a sus discípulos. No han de callarse. No han de cesar de propagar el
mensaje de Jesús por ningún motivo.
Jesús les va a explicar
cómo han de situarse ante la persecución. Con él ha comenzado ya la revelación
de la Buena Noticia de Dios. Deben confiar. Lo que todavía está «encubierto» y
«escondido» a muchos, un día quedará patente: se conocerá el Misterio de Dios,
su amor al ser humano y su proyecto de una vida más feliz para todos.
Los seguidores de Jesús
están llamados a tomar parte activa desde ahora en ese proceso de revelación:
«Lo que yo os digo de noche, decidlo en pleno día». Lo que les explica al
anochecer, antes de retirarse a descansar, lo tienen que comunicar sin miedo
«en pleno día». «Lo que yo os digo al oído, pregonadlo desde los tejados». Lo
que les susurra al oído para que penetre bien en su corazón, lo tienen que
hacer público.
Jesús insiste en que no
tengan miedo. «Quien se pone de mi parte», nada ha de temer. El último juicio
será para él una sorpresa gozosa. El juez será «mi Padre del cielo», el que os
ama sin fin. El defensor seré yo mismo, que «me pondré de su parte». ¿Quién
puede infundirnos más esperanza en medio de las pruebas?
Jesús imaginaba a sus
seguidores como un grupo de creyentes que saben «ponerse de su parte» sin miedo.
¿Por qué somos tan poco libres para abrir nuevos caminos más fieles a Jesús?
¿Por qué no nos atrevemos a plantear de manera sencilla, clara y concreta lo
esencial del evangelio?