Reflexión inspirada en el Evangelio según san Lucas 5,1-11
El episodio de una pesca sorprendente e
inesperada en el lago de Galilea ha sido redactado por el evangelista Lucas
para infundir aliento a la Iglesia cuando experimenta que todos sus esfuerzos
por comunicar su mensaje fracasan. Lo que se nos dice es muy claro: hemos de
poner nuestra esperanza en la fuerza y el atractivo del Evangelio.
El relato comienza con una escena
insólita. Jesús está de pie a orillas del lago, y "la gente se va
agolpando a su alrededor para oír la Palabra de Dios". No vienen movidos
por la curiosidad. No se acercan para ver prodigios. Solo quieren escuchar de
Jesús la Palabra de Dios.
No es sábado. No están congregados en la
cercana sinagoga de Cafarnaún para oír las lecturas que se leen al pueblo a lo
largo del año. No han subido a Jerusalén a escuchar a los sacerdotes del
Templo. Lo que les atrae tanto es el Evangelio del Profeta Jesús, rechazado por
los vecinos de Nazaret.
También la escena de la pesca es
insólita. Cuando de noche, en el tiempo más favorable para pescar, Pedro y sus
compañeros trabajan por su cuenta, no obtienen resultado alguno. Cuando, ya de
día, echan las redes confiando solo en la Palabra de Jesús que orienta su
trabajo, se produce una pesca abundante, en contra de todas sus expectativas.
En el trasfondo de los datos que hacen
cada vez más patente la crisis del cristianismo entre nosotros, hay un hecho
innegable: la Iglesia está perdiendo de modo imparable el poder de atracción y
la credibilidad que tenía hace solo unos años.
Los cristianos venimos experimentando
que nuestra capacidad para transmitir la fe a las nuevas generaciones es cada
vez menor. No han faltado esfuerzos e iniciativas. Pero, al parecer, no se
trata solo ni primordialmente de inventar nuevas estrategias.
Ha llegado el momento de recordar que en
el Evangelio de Jesús hay una fuerza de atracción que no hay en nosotros. Esta
es la pregunta más decisiva: ¿Seguimos "haciendo cosas" desde un
Iglesia que va perdiendo atractivo y credibilidad, o ponemos todas nuestras
energías en recuperar el Evangelio como la única fuerza capaz de engendrar fe
en los hombres y mujeres de hoy?
¿No hemos de poner el Evangelio en el
primer plano de todo?. Lo más importante en estos momentos críticos no son las
doctrinas elaboradas a lo largo de los siglos, sino la vida y la persona de
Jesús. Lo decisivo no es que la gente venga a tomar parte en nuestras cosas
sino que puedan entrar en contacto con él. La fe cristiana solo se despierta
cuando las personas descubren el fuego de Jesús.
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