Reflexión inspirada en el evangelio
según san Juan 14, 15-21
“El Espíritu de la verdad.”
No hay en la vida una experiencia
tan misteriosa y sagrada como la despedida del ser querido que se nos va más
allá de la muerte. Por eso, el evangelio de Juan trata de recoger en la
despedida última de Jesús su testamento: ¿qué van a hacer ahora sin Jesús?
Una cosa es muy clara para el
evangelista. El mundo no va a poder «ver» ni «conocer» la verdad que se esconde
en Jesús. Para muchos, Jesús habrá pasado por este mundo como si nada hubiera
ocurrido; no dejará rastro alguno en sus vidas. Se necesitan unos ojos nuevos.
Sólo quienes lo aman podrán experimentar que Jesús está vivo y hace vivir.
Jesús es la única persona que
merece ser amada de manera absoluta. Quien lo ama así, no puede pensar en él
como si fuera alguien que pertenece al pasado. Su vida no es un recuerdo. El
que ama a Jesús vive sus palabras, «guarda sus mandamientos», se va «llenando»
de Jesús.
No es fácil expresar esta
experiencia. El evangelista la llama el «Espíritu de la verdad». Es una
expresión muy acertada, pues Jesús se va convirtiendo en una fuerza y una luz
que nos hace «vivir en la verdad». Cualquiera que sea el punto en que nos
encontremos en la vida, acoger en nosotros a Jesús nos lleva hacia la verdad.
Este «Espíritu de la verdad» no hay
que confundirlo con una doctrina. No se encuentra en los estudios de los
teólogos, ni en los documentos del magisterio. Según la promesa de Jesús, «vive
con nosotros y está en nosotros». Lo escuchamos en nuestro interior y
resplandece en la vida de quien sigue los pasos de Jesús de manera humilde,
confiada y fiel.
El evangelista lo llama también
«Espíritu defensor» porque, ahora que Jesús no está físicamente con nosotros,
nos defiende de lo que nos podría separar de él. Este Espíritu «está siempre
con nosotros». Nadie lo puede asesinar como a Jesús. Seguirá siempre vivo en el
mundo. Si lo acogemos en nuestra vida, no nos sentiremos huérfanos y
desamparados.
Tal vez la conversión que más
necesitamos hoy los cristianos es ir pasando de una adhesión verbal, rutinaria
y poco real a Jesús, hacia la experiencia de vivir enraizados en su «Espíritu
de la verdad».
Boletín semanal de la Diócesis de Punta Arenas - Chile