Dando gloria y alabanza a Dios.
Mañana comenzaremos un año nuevo.
Todos conocemos el ritual: cenas ruidosas, copas de champagne y augurios de
felicidad. ¿Cómo creer de verdad en esa mentira repetida una y otra vez
deseándonos «año nuevo, vida nueva». Año nuevo, pero vida nada nueva, nada
diferente y renovada.
Además, no nos gusta por lo general
lo realmente nuevo. Lo nuevo es desconocido, nos inquieta, no lo podemos
controlar. Nos tranquiliza más recorrer los caminos conocidos de siempre. Es
más seguro. Sin embargo, algo queremos desearnos mutuamente con esos saludos de
comienzo de año. En el fondo, todos intuimos que hemos nacido para vivir algo
más grande, más pleno y verdadero que lo que vamos conociendo año tras año.
Pero, ¿qué puede haber de nuevo en
el año que comienza? ¿Qué puede suceder de nuevo por el hecho de que el reloj
dé esta noche doce campanadas? Nada realmente. También el próximo año se
sucederán los hechos de siempre, las mismas desgracias, los mismos errores,
parecidas satisfacciones. Lo que puede introducir verdadera novedad en nuestra
vida es la manera nueva de vivirla. Nuestra actitud nueva ante los
acontecimientos, las personas y las cosas.
Este año será nuevo si sabemos
mirar los rostros de las personas queridas con más cariño y más comprensión, si
sabemos estar más atentos a los desconocidos y detenemos ante quienes sufren.
Será nuevo si sabemos hacer cosas tan sencillas como mirar de manera diferente
la belleza de los paisajes de siempre o disfrutar más despacio del encanto de
las estaciones.
Será un año nuevo si hacemos a Dios
más sitio en nuestra vida, si aprendemos a creer de manera diferente, con más
confianza y menos miedos. Si nos atrevemos a rezarle no sólo con oraciones prestadas,
sino con palabras salidas de nuestro corazón.
En la liturgia de este primer día
del año se recuerda una hermosa bendición judía que dice así: «El Señor te
bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda la paz» (Números
6, 24-26). Esta bendición de Dios será nueva cada día. Dios no se repite y
aunque nosotros sigamos los caminos viejos de nuestros errores y pecados de
siempre, El estará cerca buscando en todo nuestro bien. Dios será la verdadera
novedad del año.